Ecoembes: mucho envase, poco medio ambiente
1/09/2022 | Residuos (tema), Revista Nº 113
Artículo perteneciente a la revista «Ecologista», nº 113 de Otoño 2022, de Ecologistas en Acción.
El autor del texto señala que Ecoembes está consiguiendo que, en lugar de exigir la reducción de envases, se genere un sitema de recogida basado en el negocio de usar y tirar.
Alberto Vizcaíno. Ambientólogo y escritor, autor de Ecoembes Contenedor Amarillo S.A. Revista Ecologista nº 113.
Seguramente has visto su logotipo y su marca. A poco que te fijes, los has encontrado en los contenedores amarillos, junto al de algunas asociaciones conservacionistas, en distintos eventos en las paradas del autobús o en algún informe. Hablamos de Ecoembes, esa entidad que se presenta como “la organización sin ánimo de lucro que cuida del medioambiente a través del
reciclaje y el ecodiseño de los envases domésticos ligeros en España”.
Ecoembes, Ecoembalajes España S.A., es una empresa privada con forma de sociedad anónima creada por corporaciones, grupos y asociaciones de empresas relacionadas con los envases de usar y tirar. Desde fabricantes de envases a envasadores, distribuidores de productos envasados y comercios. Su función social es gestionar el dinero que estos agentes deben destinar obligatoriamente a la recogida de los residuos de los envases que ponen en circulación.
Ante la creciente cantidad de envases de usar y tirar, así como para frenar la acuciante contaminación por plásticos, desde Europa se estableció –a mediados de la década de 1990– el principio de responsabilidad ampliada del productor (o responsabilidad extendida del productor). Busca trasladar a los fabricantes la responsabilidad sobre los productos que ponen en el mercado. Para ello plantea que asuman la gestión de los residuos que generan. Muy básicamente, es una forma de implicar a la cadena de valor en los impactos que causa su negocio.
Sistema de depósito, devolución y retorno
Para hacer efectivo este principio de responsabilidad ampliada del productor la normativa plantea que se cobre una cantidad al consumidor final que se le devolverá en caso de que entregue el residuo al sistema. Este mecanismo se conoce como sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) y podría ser aplicable a todo tipo de productos que con su uso se convierten en residuos, siendo especialmente interesante para envases vacíos.
A pesar del interés de la industria por culpabilizar al ciudadano irresponsable, el problema está en el modelo de negocio: envases de usar y tirar.
Así, quien decide poner sus productos en coloridos envases de usar y tirar debe asumir el coste de recoger esos envases y darles un tratamiento adecuado para que no sean las administraciones, los consumidores que no tienen acceso a otras alternativas, los ciudadanos que no consumen ese producto, ni el medio natural, quienes sufran las consecuencias negativas de la decisión empresarial.
¿Cómo podían dar cumplimiento a su responsabilidad ampliada del productor envasadores y distribuidores de productos envasados que no estaban dispuestos a recibir de vuelta los envases vacíos en sus establecimientos comerciales? Ecoembes se constituyó en España como sistema integrado de gestión para envases ligeros el año anterior a la entrada en vigor de la norma que incorporaba a la legislación nacional los requisitos europeos sobre envases y sus residuos.
Quienes debían asumir el coste de la gestión de los residuos de los envases con los que comercializaban sus productos pusieron en marcha el contenedor amarillo. Un recipiente en el que el consumidor debería depositar, separados de cualquier otro tipo de residuos, los envases ligeros: varios tipos de plásticos, metales y mezclas complejas de materiales, como los briks.
El contenedor amarillo
El contenedor amarillo se financia con una cantidad de dinero que se cobra al consumidor en el momento de la compra y que debería cubrir los costes de la recogida por parte de las entidades locales, competentes en la gestión de los residuos que generamos en nuestros hogares, así como el tratamiento necesario para evitar que los envases acaben en vertedero.
Con más de dos décadas de funcionamiento ¿Qué podría fallar en este sistema? ¿Podría fallar algo? Algunas de las señales de alarma sobre el contenedor amarillo implican a las estadísticas de recuperación. Mientras el sistema declara una tendencia creciente en el reciclaje de residuos de envases, elevando la cifra hasta un dato cercano al 80%, la ciencia indica que el dato no es para tirar cohetes.
Todos estamos de acuerdo en la necesidad de retirar los residuos de envases que se acumulan en las cunetas, en las playas, en el campo… la solución pasa por evitar el usar y tirar.
El estudio “A realistic material flow analysis for end-of-life plastic packaging management in Spain: Data gaps and suggestions for improvements towards effective recyclability” 1, publicado en 2022, evidencia que la recogida selectiva de residuos de plástico en España solo llega al 15 %. Muy lejos de lo declarado por Ecoembes. Según ese mismo estudio, diferenciar recogida selectiva y reciclaje implica reducir ese 15 %, en tanto que los rechazos en plantas de clasificación dejarían la cifra en un 11 % de material reciclable.
Este dato deja corta la estimación ecologista, ilustrada por el informe de Greenpeace “Maldito Plástico: Reciclar no es suficiente” 2, en el que la cifra de envases plásticos recuperados se quedaba en un 25,4 % del total.
A pesar del interés de la industria por culpabilizar al ciudadano irresponsable, lo cierto es que el problema está en el modelo de negocio: envases de usar y tirar fundamentalmente destinados al consumo fuera del hogar. Sí, cada persona podría responsabilizarse de llevar a un contenedor amarillo sus envases, pero resulta, y es otro de los fallos, que la capacidad de recogida es manifiestamente insuficiente.
Por ejemplo, según los datos del Ayuntamiento de Madrid, se necesitaría triplicar la capacidad de contenedores amarillos instalados en la ciudad para dar cabida a todos los residuos de envases que diariamente se recogen en la capital 3.
Esta situación se repite en todo el territorio y es otro de los fallos de Ecoembes: no aporta recursos económicos suficientes para atender a todos los residuos de envases adheridos a su sistema. Según el informe “Los costes ocultos de la mala gestión de los residuos de envases” 4, cada año se genera un déficit de unos 1.700 millones de euros en la recogida de residuos de envases. Este coste lo asumen las administraciones locales y se debe a la falta de recursos para la recogida selectiva que deberían aportar envasadores y distribuidores de productos envasados.
Y es que Ecoembes es quizá la única sociedad anónima sin ánimo de lucro en España. Pero que la organización no tenga ánimo de lucro no es incompatible con un modelo de negocio muy claro: promocionar y perpetuar el uso de envases de usar y tirar. Eso, ahorrando millones de euros que deberían asumir en su cuenta de resultados a las corporaciones que forman parte de la sociedad anónima.
El greenwashing de Ecoembes
Si te preguntas cómo es posible que un sistema con fallos tan graves siga funcionando veinte años después de su puesta en marcha y ante las evidencias de unos resultados tan pobres en relación al objetivo que justifica su existencia, la respuesta es sencilla: greenwashing, como abordamos en el artículo “Greenwashing, mentiras verdes para vender más” 5.
Ecoembes asesora a los ayuntamientos sobre la cantidad de contenedores amarillos que deben instalar. La entidad también asigna recursos económicos en función de la cantidad de envases recuperados. Desde la implantación de la recogida selectiva de envases son varias las entidades locales que se han dado cuenta de que la capacidad del sistema es insuficiente y, progresivamente, han ido reclamando a la sociedad anónima más dinero para poder ajustar los medios de recogida al creciente volumen de envases de usar y tirar.
Ante el incremento de los costes a los que debería hacer frente si mejoraba significativamente la selección de envases en las entidades locales, la corporación decidió reforzar su imagen de marca. Si el problema es que Ecoembes deja de ingresar en las arcas locales 1.700 millones de euros al año o que solo dota de los recursos suficientes para instalar un tercio de todos los contenedores amarillos que deberían implantarse para realizar su función, la corporación apuesta por la comunicación y el marketing.
Comunicación y el marketing
Así, es difícil encontrar en radio, prensa o televisión una sección o un medio de comunicación especializada en medio ambiente que no esté bajo el control de Ecoembes. Bien mediante patrocinio directo, bien mediante la presencia de profesionales que dependen económicamente de la corporación. La sociedad anónima tiene capacidad para transmitir su mensaje, pero también para censurar contenidos y vetar personas y organizaciones en cadenas y programas de televisión, reportajes periodísticos o cualquier otro contenido que se publique en medios patrocinados por este u otros sistemas de responsabilidad ampliada del productor afines.
Es cercano a imposible encontrar un contenido relacionado con la prevención o la reutilización de residuos en un medio patrocinado por Ecoembes, Ecovidrio, Signus, Sigaus… todos ellos han adoptado la estrategia del hermano mayor: imagen de marca para tapar los resultados de la gestión de los residuos que tienen encomendados.
Comprar medios y patrocinar contenidos no fue suficiente cuando al debate empezaron a entrar expertos y especialistas que cuestionaban el modelo y proponían alternativas. Así llegaron a las cátedras universitarias desde las que se daba formación dirigida y subvencionada por Ecoembes a responsables de gestión de residuos y en las que se realizan estudios con resultados favorables a los intereses de la sociedad anónima que los financia.
Cátedras Ecoembes
Los casos más lamentables son el de la Universidad Politécnica de Madrid, que da cobijo a la cátedra Ecoembes de Medio Ambiente (germen del siguiente paso de la corporación: Ecotextil 6 ), y el de la Universitat Pompeu Fabra. Ambas tienen sus logotipos impresos en estudios cocinados para servir como titulares en contra de los sistemas de SDDR a cuenta de datos inflados, sumas mal ejecutadas y otras vergonzantes estrategias para llegar a los resultados pagados por la industria del envase de usar y tirar.
Por si no era suficiente, creó su propio centro de investigación. Diez millones de euros destinados a un espectáculo tan bochornoso que desde Ecologistas en Acción se pidió a nuestros responsables políticos que dejasen de hacerse la foto y consiguiesen información no sesgada que los sacara de la alucinación que produce una visita al The Circular Lab de Ecoembes 7.
Ecoembes tiene una fuerte presencia en medios de comunicación y cuenta con cátedras en universidades, eventos, congresos, centros de investigación y aporta dinero para el activismo en algún caso.
Con la magia del greenwashing la sociedad anónima va consiguiendo que quienes deberían exigir recursos para financiar la recogida selectiva y fiscalizar el destino del dinero de todos los consumidores que gestiona Ecoembes, posen sonrientes junto a las iniciativas de la marca.
Tras los medios de comunicación, universidades, eventos, congresos sectoriales y centros de investigación el siguiente paso era el activismo. Ante la evidencia de los residuos abandonados en el medio natural y distintas iniciativas para reclamar a Ecoembes que se hiciese cargo de los costes de su recogida, llegó el acuerdo con SEO Birdlife.
Cada año se genera un déficit de unos 1.700 millones de euros en la recogida de residuos de envases. Este coste lo asumen las administraciones locales.
Mientras que en la Unión Europea se legislaba sobre basuras dispersas, con el objetivo de que entidades como Ecoembes asumieran el coste de la limpieza de los residuos que aparecen abandonados en la naturaleza, esta corporación inventó el palabro “basuraleza” y creó, junto a la reconocida organización, el proyecto Libera. A través de él ha repartido dinero para cualquier ONG que se prestase a una campaña de imagen que ha tenido como protagonista a la reina emérita, Doña Sofía, bolsa amarilla en mano junto a los directivos de Ecoembes.
Comprar el silencio
Y así compra el silencio sobre un acuciante problema, a la par que desvía la atención y divide a quienes podrían poner sobre la mesa la evidencia de la contaminación por plásticos en el medio natural. Todos estamos de acuerdo en la necesidad de retirar los residuos de envases que se acumulan en las cunetas, en las playas, en los campos…, pero no podemos olvidar que salen de un modelo de negocio concreto y que la solución pasa por evitar el usar y tirar. No, en ir de la mano de quienes se lucran con el consumo de productos envasados.
Ecoembes ingresa de cada envase vendido. Por eso extiende su campaña, bajo el nombre Naturaliza, a los colegios. Allí ocupa el tiempo que debería ser destinado a explicar la jerarquía de residuos, la importancia de un consumo responsable o el impacto de los productos de usar y tirar. Apropiándose de la educación ambiental se dedica a la propaganda para crear en la próxima generación la necesidad de consumir productos envasados. Y de hacerlo con la conciencia tranquila por la existencia de un contenedor amarillo.
No podemos subestimar la capacidad de influencia que ha desarrollado Ecoembes gracias a una cantidad indeterminada de decenas de millones de euros destinados anualmente a comunicación y marketing. No es solo que los ayuntamientos acepten de buen grado convenios que implican la pérdida de 1.700 millones de euros al año. Es el futuro hipotecado que nos dejan las decisiones políticas que consigue la maquinaria de esta sociedad anónima.
Cada nueva ley de residuos perpetúa el modelo. En vez de priorizar la prevención y la reutilización de residuos de envases, a pesar de unos tímidos avances con los que silenciar a los más críticos, la normativa estatal sigue sin poner límites a la infradotación de recursos para la recogida, sin establecer mecanismos independientes de control y, sobre todo, sin apostar decididamente por sistemas de depósito, devolución y retorno que permitirían mejorar los datos, favorecerían la recuperación de materiales y ayudarían a avanzar hacia la reutilización.
Nadie niega el importante papel que juega el reciclaje en nuestra sociedad de consumo. Pero no podemos olvidar que, para reducir nuestro impacto, es prioritario reducir la cantidad de residuos que generamos y favorecer la reutilización.
El contenedor amarillo y Ecoembes son parte de un modelo insostenible de producción y consumo basado en el usar y tirar. Y los datos dicen que no son capaces de recuperar ni el 15 % de todos los materiales que deberían estar reciclando.